Plasticidad y cerebro

En la red existen abundantes posts que hablan de plasticidad desde muy diversos puntos de vista. Probablemente muchos de estos posts incluyen contenidos variados, a menudo divergentes, y opiniones que no tienen por qué ser coincidentes. Esta extraordinaria heterogeneidad, es fruto de la individualidad que nos caracteriza a cada uno de nosotros como seres humanos inimitables. Es indudable que cada uno de nosotros pensamos, sentimos, actuamos, y en definitiva vivimos de forma propia y única. Esta diversidad, así como la permanente y constante capacidad con que cada momento de nuestra vida construye nuestra identidad personal, tiene su principal sustrato en nuestro cerebro y particularmente en una de sus propiedades fundamentales, su capacidad plástica.

El término plasticidad deriva del griego “plastos” que significa “moldeado”. En 1890 William James definió plasticidad como estar en posesión de una estructura “lo suficientemente débil para modificarse por una influencia pero lo suficientemente fuerte como para no hacerlo en su conjunto”. De acuerdo al diccionario médico, plasticidad es la “habilidad natural del cerebro para formar nuevas conexiones con el fin de compensar una lesión o debido a cambios en el entorno personal”. Hoy en día se acepta el término “neuroplasticidad” como la capacidad del sistema nervioso para cambiar, para reorganizarse en respuesta a determinados estímulos. Algunos aspectos relevantes derivados de estas definiciones son:

1. Los mecanismos plásticos provocan cambios en las estructuras cerebrales, en la conectividad entre dichas estructuras y consecuentemente en la función de las mismas.
2. Los cambios en las estructuras acontecen en múltiples niveles jerárquicamente interrelacionados.

  • A nivel molecular se generan cambios en la expresión de receptores, en el equilibrio entre neurotransmisores activadores/inhibidores, o en la activación de genes y expresión de proteínas, entre otros.
  • A nivel celular existen cambios en el número y disposición de las sinapsis, en la citoarquitectura de las espinas dendríticas y de las ramificaciones axonales, o en la activación de determinadas poblaciones celulares (neuronas y gliía), entre otros.
  • A nivel cerebral existen cambios en la distribución de los mapas corticales, en el volumen de sustancia gris o en la integridad de la sustancia blanca, entre otros.

3. Los cambios en la conectividad afectan tanto a conexiones con estructuras cercanas (intrahemisféricas) como a conexiones con estructuras a distancia (interhemisféricas). Dichos cambios incluyen la eliminación de conexiones previas, la potenciación de conexiones que inicialmente estaban inactivas o la creación de nuevas conexiones.
4. Los cambios expuestos en 1,2 y 3 generan una alteración o modificación de la función de dichas estructuras o sistemas, generando cambios en la conducta observada.
5. Los cambios expuestos en 1,2 y 3 pueden acontecer en respuesta a estímulos internos (originados en nuestro propio cuerpo) o externos (originados en nuestro entorno o ambiente). De hecho, aunque estos mecanismos suelen aparecer durante el desarrollo, también suelen ocurrir en respuesta a cambios del entorno o del ambiente, en respuesta a una lesión que afecte al sistema o en relación con un tratamiento.
6. Todos estos cambios pueden ser adaptativos, si provocan un beneficio funcional, o maladaptativos cuando generan consecuencias negativas. La aparición de una epilepsia sintomática después de una lesión cerebral, los casos de alodinia después de una amputación, o la disreflexia autonómica tras una lesión medular pueden ser ejemplos de estos mecanismos maladaptativos.

Algunos aspectos interesantes derivados de esta definición y que nos pueden ayudar a entender algunas cuestiones que nos planteamos en nuestra actividad clínica cotidiana son:

1. Cualquier lesión por focal que sea acabará generando cambios adaptativos difusos.
2. Los mecanismos de plasticidad adaptativa deben distinguirse de las “conductas compensatorias” que son conductas que emergen de diferentes mecanismos que los que actuaban en la red neuronal que sustentaba dicha conducta antes del inicio de la enfermedad.
3. Los mecanismos de plasticidad adaptativa deben distinguirse de los mecanismos de “diaquisis” que son la disminución en la función de un área a distancia de la zona lesionada pero con la que mantenía una estrecha relación de conectividad anatómica o funcional.

Indudablemente a efectos terapeúticos la plasticidad es nuestra grana aliada, siempre y cuando consideramos los siguientes condicionantes.

CONDICIONANTES EXTERNOS:

1. La especificidad de los mecanismos plásticos, y por tanto su resultado funcional final, depende de las aferencias que le proporcionemos al sistema. Este hecho recalca la importancia de las experiencias (en condiciones de salud) y del entrenamiento (en condiciones de enfermedad), así como del ambiente en que se desarrollen esas experiencias. En este sentido, parece que los beneficios funcionales derivados de los procesos recuperación espontánea que ocurren después de una lesión cerebral son mucho menos específicos que los derivados de un programa centrado en el entrenamiento de una tarea (al igual que ocurre con el aprendizaje en sujetos sanos).
2. Los mecanismos plásticos cambian a lo largo del tiempo, tanto en condiciones fisiológicas (son mas rápidos y eficaces en etapas tempranas del desarrollo) como en condiciones patológicas (son más rápidos y mas globales en etapas precoces).

CONDICIONANTES INTERNOS:

1. La atención y motivación son moduladores de estos mecanismos, al influir notablemente en la eficacia del efecto de exposición o entrenamiento. El desarrollo de programas de realidad virtual con mayor capacidad inmersiva, lúdica y ecológica, de son ejemplos de facilitación de estos moduladores.
2. Tras una lesión, la plasticidad y por tanto la eficacia de la recuperación, depende de la preservación de suficientes recursos neurales, independientemente del tipo o la cronicidad. Ello implica que el tamaño, la extensión o la localización de una lesión sea un determinante clave en los mecanismos de recuperación biológicos y funcionales

Con todos estos condicionantes solo una reflexión final.

Parece claro que la mejoría de nuestras intervenciones y por tanto el beneficio de nuestro pacientes depende de que seamos capaces de ofrecerles tratamientos precoces, intensos y específicos en un entorno óptimo y por un periodo de tiempo lo suficientemente prolongado como para alcanzar el beneficio funcional deseado. !El objetivo ahora es lograrlo!

Para más información no dudes en ponerte en contacto con nosotros.

Imagen extraída de educacioninfantilnefer.blogspot.com

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