Registrar para cambiar. Problemas de conducta

El registro será más o menos amplio en función de nuestro objetivo, de la capacidad del paciente y de los aspectos que interese conocer al terapeuta.

Todos, a lo largo de nuestra vida nos encontramos con situaciones en las que nos proponemos hacer cambios en nuestros hábitos para conseguir mejoras: enfadarnos menos, dejar de fumar, hacer dieta… También hay circunstancias en las que lo que pretendemos es cambiar la conducta de los otros, como por ejemplo, que nuestro hijo tenga menos rabietas, que deje de interrumpir en clase, que tenga una alimentación variada… En cualquier caso, entender y controlar las circunstancias que acompañan a la conducta hará más fácil el cambio.

Tras el daño cerebral, las consecuencias en el paciente y el ajuste a su vida hacen que se incrementen las situaciones en las que aparecen comportamientos que no nos gustan y problemas de conducta que resultan difíciles de controlar, que deterioran la convivencia e incluso pueden llegar a ser perjudiciales para el propio afectado.

En estas circunstancias, cuando se detectan problemas, parte de nuestro trabajo es intervenir con el paciente y/o familia para asesorarles, ayudarles en el manejo de la situación y controlar la conducta.

Dependiendo de la naturaleza del comportamiento y la situación neurológica del paciente, el equipo optará por un abordaje farmacológico, conductual o una combinación de ambos para resolver el problema.

Registros, instrumentos fundamentales del abordaje conductual

En el abordaje conductual, entre otras recursos, utilizamos los registros como instrumentos fundamentales de nuestra intervención.

Los registros, unidos a la observación, son técnicas de recogida de información básicos en el modelo terapéutico cognitivo-conductual y que por su utilidad se han generalizado y adaptado a diferentes campos de trabajo.

Nosotros los utilizamos ampliamente, desde para recoger y objetivar datos cuantitativos (registro de incontinencias, ciclo sueño-vigilia, ingesta hídrica…) hasta para hacer seguimiento de planes de actividades.

Cuando planteamos un programa de modificación de conducta tenemos como objetivo promover un cambio para conseguir un comportamiento que favorezca la rehabilitación y ayude al paciente a mejorar la situación en la que se encuentra. Los registros nos van a aportar una información que será esencial para poder entender por qué aparece la conducta, ante qué situaciones se dispara y si hay consecuencias que la mantengan. Esto nos ayudará a anticipar y prevenir su aparición y a evitar situaciones que la agraven.

El registro será más o menos amplio en función de nuestro objetivo, de la capacidad del paciente y de los aspectos que interese conocer al terapeuta. Es elaborado por el profesional tras delimitar la «conducta diana» y cumple la función de recoger la información cuando aparece y el terapeuta no está presente.

Como habéis visto, los utilizamos en diferentes momentos con distintas finalidades y para una misma conducta nos sirven a lo largo de todo el proceso de cambio:

  • Al inicio para establecer la linea base de donde partimos
  • Para plantear y modificar la intervención en función de la evolución
  • Al consolidar los cambios para constatar que la conducta se ha controlado

Para implantar esta técnica se necesita un colaborador, generalmente un familiar, que trabaje mano a mano con el terapeuta. El cooterapeuta atendiendo a las indicaciones del terapeuta será el encargado de registrar y recoger fielmente, sin prejuicios ni justificación, toda la información que va a ser útil para la posterior intervención. Previamente, se le trasmite el objetivo, se le aclaran las dudas y se le forma en qué, cuándo y cómo ha de anotar.

Ser un buen colaborador y responsabilizarse de un registro nos va a exigir disciplina, constancia, objetividad y sinceridad, al fin y al cabo nuestro registro serán los ojos del terapeuta.

Por último, comentar un modelo especial, los autoregistros donde el propio paciente es el informador. Se utilizan cuando el paciente es consciente, está motivado para el cambio y puede empezar a regular voluntariamente su conducta. Se puede incluso pedir que nos de feedback de procesos internos como pensamientos, imágenes mentales y emociones que pueden desencadenar o mantener una conducta.

Contacto: centros de daño cerebral
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