Autismo y apego. El vínculo entre padres e hijos

Hablar de apego o de vínculo entre padres e hijos puede parecer que nada tiene que ver con la neurorrehabilitación, pero ni mucho más lejos, ya que es un tema clave, en el caso de niños con TEA, puesto que sus padres son parte esencial de la rehabilitación, sobre todo en los años de su primera infancia.

EL VÍNCULO

El vínculo es la relación emocional especial que se establece entre el niño y la persona que lo cría o lo cuida. Su función primordial obedece a una necesidad vital de reducir la ansiedad que permita el afrontamiento de situaciones generadoras de ansiedad.

Dice el refrán que el roce hace el cariño, pero ¿qué sucede cuando ese cariño es manifestado de otra forma? Como os explicamos en un post anterior, convivir con el autismo, este trastorno del desarrollo neurologico conlleva una enorme dificultad precisamente para expresar emociones y para reconocerlas en los demás. Y muchos padres se enfrentan a pensamientos en los que no llegan a saber, incluso, si sus hijos les quieren.

Muchos comportamientos de niños con trastorno del espectro autista desconciertan a sus progenitores por algunas de sus conductas como el rechazo al contacto afectivo, la falta de respuesta cuando e les habla, la falta de contacto visual, el juego repetitivo… Estos aspectos impactan profundamente y algunas de estas conductas pueden producir sentimientos de culpa importantes en los padres.

Es cierto que cuando se habla de trastorno del vínculo se suele abordar desde un punto de vista del niño hacia el adulto. Pero, ¿qué sucede cuando la falta de vínculo es de padres a hijos? ¿Cómo ayudar a nuestros hijos cuando todavía no estamos preparados para entender las características que, seguramente, acompañarán el resto de su vida a nuestro hijo?

PROCESO DE ACEPTACIÓN

Como bien explican en La Fundación Congost Autismo, podemos adaptar las fases del duelo al proceso de aceptación del hecho de tener un hijo con autismo. Éstas son:

  • Shock
  • Negación
  • Depresión
  • Realidad

“Cuando los padres reciben el diagnóstico inicial entran en un estado de shock, debido a la gravedad y también a lo inesperado del mismo. Habitualmente, no están preparados para escuchar que aquel hijo que, con independencia de sus alteraciones, es tan guapo, ágil y que tiene una mirada tan viva, padece un trastorno tan grave y que no tiene cura. Los padres pasan un tiempo como paralizados y profundamente desconcertados.

A esta fase de shock, le sigue la de negación. No se quiere aceptar la realidad y se buscan otras opiniones, otros diagnósticos.

Tras la negación, se inicia el convencimiento de que el hijo sufre una afectación grave y, en principio, irreversible, lo que conduce a los padres a un estado de profunda y lógica desesperanza, que puede derivar en un estado de depresión.

La última fase, la de realidad, se caracteriza por la superación de este estado de depresión y por la aplicación de medidas racionales para compensar el problema”.

RECOMENDACIONES

Como sabemos que el proceso es largo hasta llegar a la fase de realidad, que es en la que nos suelen pedir ayuda para proporcionar un tratamiento adecuado a sus hijos, queremos transmitir que lo primero que se debe tener en cuenta es que ser cuidador no es una tarea fácil y ser padres tampoco.

Por este motivo y por nuestra experiencia, nos gustaría recordar, a todos los padres que nos puedan leer, los siguientes mensajes:

  • NO eres el culpable del autismo de tu hijo
  • Su comportamiento se ve influenciado por el tuyo, PERO sois entes individuales. Todo lo que hace NO es consecuencia de tus actos
  • Deja de juzgarte y perdónate. Eres HUMANO, por lo que tendrás momentos en los que ni te reconocerás a ti mismo ni tus pensamientos. Y, exactamente porque eres humano, tienes en tu mano controlarlos y aprender a cambiarlos. En algunas ocasiones solo y, en otras, necesitarás ayuda de la familia, de los que te rodean, de profesionales,…
  • Es importante aprender y comprender cómo ve el mundo tu hijo. Un error común es intentar que nuestro hijo, hermano o nieto autista se comporte “de forma normal” o, mejor dicho, como entendemos nosotros que es un comportamiento normal. Cuando las familias comienzan a entender cómo ve y siente el mundo el niño, cuando “se ponen sus gafas”, es el momento en el que los familiares comienzan a ser sus coterapeutas.

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