Demencia vascular y daño cerebral

Demencia vascular y daño cerebral

La enfermedad de la demencia es muy nombrada en la actualidad, y casi todos nosotros tenemos algún familiar afectado de dicha patología, en sus múltiples variantes.

Abarca afecciones de muy diferentes tipos y manifestaciones clínicas, así como un saco sin fondo de patologías asociadas. La enfermedad de Alzheimer, la enfermedad de cuerpos de Levy, demencia senil, demencia vascular, enfermedad de pequeño vaso, son diferentes variantes de demencia. El hecho de darle nombre nos puede orientar sobre la evolución en el tiempo de la enfermedad, y las manifestaciones clínicas, aunque lo importante siempre será tratar los síntomas, de forma que el paciente tenga una buena calidad de vida y un nivel mínimo de dependencia de otras personas.

Según la Wikipedia, la demencia se define como la pérdida progresiva de las funciones cognitivas, debido a daños o desórdenes cerebrales. Aunque, el tipo de deterioro cognitivo que más vemos en nuestro Servicio es el causado por la demencia vascular, ya que, de manera progresiva va manifestándose un daño cerebral adquirido, en forma de alteraciones cognitivas y conductuales fundamentalmente.

La demencia vascular aparece como consecuencia de pequeños infartos microscópicos, pequeñísimos ictus o hemorragias, que pasan desapercibidas para el paciente, pero que al cabo del tiempo de haber sido continuados, dan como consecuencia la afectación de una zona cerebral ya más grande, que sí empezará a tener consecuencias clínicas. Es el caso de los pacientes que durante años están bien, pero que empiezan a tener pequeños descuidos de memoria, a estar más lentos, a tener algunas alteraciones conductuales puntuales, o a estar más irritables, más suspicaces, o más apáticos.

Las causas de estos microinfartos o microictus son múltiples, resumidas en los factores de riesgo cardiovascular: hipertensión, diabetes, tabaquismo, sedentarismo, estrés emocional, colesterol elevado, ácido úrico elevado, etc.

Al igual que ocurre en la circulación de todo el cuerpo, a nivel cerebral los vasos sanguíneos se ven afectados por todos estos factores. La tensión arterial alta provoca que el vaso sanguíneo tenga que soportar una presión del líquido más alta de lo normal durante mucho tiempo. Imaginemos una tubería que lleva el agua a nuestra casa, y por la que debe circular el agua a una velocidad de 10 kilómetros/hora. Sin embargo, la velocidad a la que entra en agua que va por la tubería, y a la que recorre el camino es de 100 km/hora. La tensión que está soportando la tubería es mucho más grande que aquélla para la que está construida, lo cual la pone en peligro de poder reventar. Pongamos este mismo ejemplo para cuando hablemos de nuestra circulación sanguínea, que lleva la sangre al cerebro. Asimismo ocurre con el colesterol alto, que durante mucho tiempo en sangre, al final se pega a las paredes de las “tuberías”, haciéndolas más débiles, poniéndolas también en peligro. O lo mismo con el tabaquismo, el sedentarismo y el estrés emocional, que hacen que nuestras “tuberías” vayan estrechándose cada vez más.

Con todo, si estos accidentes vasculares se presentan en vasos pequeñitos, que irrigan pequeñas zonas cerebrales, lo que notemos no será mucho. En cambio si se dan de forma continuada en el tiempo, aparecerán los problemas porque muchos pequeños infartitos provocarán que zonas más grandes se vean dañadas. Aquí la explicación de esos problemas cognitivos y conductuales que aparecen de manera progresiva en el tiempo.

¿Cómo prevenirlo?

Lo primero de todo: controlando los factores de riesgo cardiovascular. Debemos llevar una vida sana: dejar de fumar, de beber alcohol en grandes cantidades, controlar la hipertensión arterial, llevar una dieta saludable baja en grasas saturadas, buen control del azúcar en diabéticos, un peso adecuado, no hacer una vida sedentaria en exceso, y controlar el estrés del día a día, nos ayudarán a poder tener una circulación sanguínea cerebral sana y que no nos dé problemas a largo plazo.

En caso de presentar ya sintomatología, es importante iniciar el control de los factores de riesgo cardiovascular, y además acudir a un Centro especializado en el tratamiento del Daño Cerebral, que pueda aconsejarnos la opción terapéutica más adecuada.

Para más información sobre en demencia vascular o cualquier otra enfermedad cerebral, no dudes en contactar con nosotros.

Foto: http://www.afate.es/?page_id=348
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