«Ya lo haré luego» Procrastinación y daño cerebral

 

Procrastinar es posponer repetidamente aquello que tenemos que hacer con la intención de abordarlo en una mejor ocasión. Si a nosotros ésto nos resulta familiar, a las personas que han sufrido un daño cerebral mucho mas, ya que esta práctica suele derivar en una costumbre difícil de erradicar. Esta costumbre o hábito, prolongado en el tiempo, puede convertirse en un trastorno de conducta con consecuencias físicas, cognitivas y emocionales que afecta muy negativamente tanto a quien sufre daño cerebral como a todos los que nos relacionamos con ellos.

Existen varias causas que nos pueden llevar a procrastinar pero en el caso de personas con daño cerebral el origen lo tenemos que buscar en su tipo de lesión. Generalmente son lesiones que dañan los circuitos neuronales relacionados con el pasar a la acción (corteza cerebral). Las dificultades en pasar a la acción forman parte de un síndrome llamado apatía y la procrastinación es una de las formas en las que se manifiesta dicha apatía. Sobre el síndrome apático podéis encontrar más información en uno de nuestros post anteriores: “Hoy no me puedo levantar. La apatía y el daño cerebral”

La procrastinación suele minar especialmente el ánimo de las personas que la padecen y la paciencia de sus familias. Estas suelen hacer este tipo de comentarios: «Paco es apático para lo que quiere», «siempre dice que se duchará mañana pero para ir al bar siempre está dispuesto», » a veces pienso que nos toma el pelo», etc.

Todos en general tendemos a posponer tareas que nos cuestan esfuerzo en pro de aquellas que nos resultan más gratificantes. La diferencia está en que sin lesión tenemos mayor capacidad para valorar las consecuencias y rectificar a tiempo. Esto es debido a que mantenemos un equilibro de poder entre los tres cerebros.

LUCHA DE LOS TRES CEREBROS

Explicación de la lucha de los tres cerebros: tronco cerebral, sistema límbico y corteza cerebral

Cuando el cerebro neocortex pierde la capacidad de gestionar a los otros dos cerebros, la gratificación inmediata y el consecuente retraso de actividades se convierte en una práctica habitual.

¿Para qué hacer hoy lo que podré hacer mejor mañana?

Otras causas que pueden llevar a la procrastinación tras el daño cerebral están directamente relacionadas con el exceso de perfeccionismo, la escasa tolerancia a la frustración y en la mayoría de los casos con la limitante falta de conciencia de enfermedad.

ESTABLECER UN PULSO A LA PROCRASTINACIÓN

No existen recetas mágicas y muchas veces el propósito y el esfuerzo que realizamos para ayudar a los que lo padecen no es suficiente.

¿Qué podemos hacer?

Tras más de 15 años de experiencia trabajando con afectados de Daño cerebral, las personas que conformamos el equipo de NeuroRHB sabemos que una de las claves para el éxito está en un cambio de mentalidad.

El cambio de mentalidad pasa por aceptar que la persona tenderá a procrastinar en mayor o menor medida debido a la lesión estructural de su cerebro, por reconocer las distintas manifestaciones del problema y finalmente por ser capaz de establecer un compromiso continuado que comprometa al procrastinador y a todas las personas implicadas.

Revelarnos manifestando nuestro disgusto con reproches, charlas moralizantes y/o ánimo desproporcionado no sirve. Sólo desgasta y crea muros de incomprensión entre el procrastinador y todas las personas de su entorno.

Debido a la dificultad de este trastorno, en la mayoría de los casos necesitamos orientación y apoyo profesional.

El neuropsicológo, en conjunto con el resto de profesionales (terapeuta ocupacional, terapeuta cognitiva etc.), nos proporcionará las herramientas y/o pautas mas adecuadas para cada caso. La constancia en su aplicación es fundamental para minimizar la tendencia a procrastinar y así conseguir potenciar la actividad.

Y ante todo saber que no estamos solos, nos ayuda a no flaquear. Por eso, para cualquier información o consulta, no dudes en contactar con cualquiera de nuestros centros de daño cerebral.

 

Imagen de Fotolia

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